Por el deseo de amar
te
hallé en mi silencio,
y
en el único misterio
pude
hacerte de mi alma.
Las
nubes de la mañana
son
exquisito adorno
en
nuestro amor,
son
algodón de ternura.
Tus
manos que hacen sonar
seis
cuerdas en la noche,
es
mi más útil elocuencia.
Tu
boca que hace callar
tras
sus tragos de licor,
es
mi más rica cena.
Meylen
Hirasú G. M.
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