y la adrenalina insensata
por la que así actúo.
Incoherentes decisiones
las que he tomado
por, antes, no haber confesado
este delirio exquisito
que hay en mi pecho,
que en arde en su interior.
Y ahora, a un tiempo ya tardío
para mi lógica que razona
según el mundo,
se abren por fin los senderos
de la ilusión más clara que
da por sí esperanza.
Y ahora simplemente veo
decisión en la luz
tan anhelada de tu mirada.
Ojalá, este aire en mi pecho
que se detiene antes
de pronunciar tu nombre,
me dé el valor de cantar
al son de un arpegio
que mis dedos entonen,
que te amo, y deseo tanto
poder compartirte mi vida
y cuidar de la tuya.
No importa si es mucho
o escaso el tiempo
que me conceda tu autoría,
será suficiente para aprovechar
la tinta de tu boca y las
letras en tus uñas.
Deseo tanto me permitas robar
tus suspiros y esa prosa deliciosa
He ocultado tanto,
me he abstenido
del placer de abrazarte,
para no hostigarte.
Pero la verdad es
que quisiera cubrirte
de tantos sabores
como lo son mis pimientos.
Es absurda la letrilla que te escribo
desde hace doce horas
sino logro vibrar tu templo.
Pero el miedo a que vueles lejos
de mis alas
lo dejo olvidado,
se ha perdido,
pues en serio, cuando
a Dios agradezco
por seguir disfrutando
tu singular esencia.
Meylen Hirasú G. M.
