viernes, 15 de abril de 2016

Nunca dejes de atender

¡Ah! ¡Qué empeño de jugar
con este vicio!
¡Ah! ¡Qué masoquismo
el que he adoptado!

Tú que juegas
y yo que no comprendo
las reglas
Me tomo en serio todo
y todo tu acto  lo creo.

¿Serán los pequeños
cambios de mi valentía?
¿Es que te encanta
también el rechazo?

¿Buscas ayudarme
en dignidad?
Nunca la perdí
¡Esa es la verdad!

Confesé por capricho
de mi alma
Esta que se empeña
en consumir la
sabiduría de cualquier
tiempo,
porque siempre
encuentra la inspiración
del Rey del Universo.

No hay humillación,
no hay ofensa
Yo sé que el tesoro
en tu océano
no estuvo en mis manos,
no logré encontrarlo.

¿La desventaja?
Es que te hallé tal cual
al inicio,
antes que la actuación
te gobernara.

Descubrí el secreto
de tu mirada
antes que esa máscara
te representara.

Me quedé con cientos
de hojas en blanco
Hojas que sólo
se irán pintando
de versos melosos,
a veces lógicos,
según el camino
de esta gran amistad.

Tú eres el escritor,
yo las letras, la tinta,
el papiro y la música.

Soy el abrazo
espontáneo que tu alma
se atreve a dar.

Soy el consejo a
tu espíritu,
iluminado por el Espíritu.

Escucha si quieres,
pero nunca dejes de atender.

Soy la boca que
nunca besaste
y que, limosnera,
se conforma con
tu mejilla.

Yo era un cuarteto
con rima intermedia
que se volvió
estrofa en la lira.

Y tú,
aún sigues aquí
en silencio,
en palabras que callan
y gritan mis dedos.

La niña espía
pegada al cristal
Espera que de ti
salga un
poco de amor.

Aún lo espera.

Ausencia

  Mis palabras se mudaron o tomaron, quizás, vacaciones Las notas de todas las canciones sin razón ni excusa desafinaron. Mi voz y respiraci...