las noches se esconden inciertas
Y tú no consuelas las horas
que lloran en las manecillas.
Lo cierto es que son tus ojos
tan grandes, bellos y profundos
los que a mi cuerpo arrebatan
el alma tan fiel y entregada.
Me oculto en estos versos
secretos, hondos como el océano
Me elevó en horas tan mías
que se abrigan de puro silencio.
Y ya no se hizo un soneto
al tener tan despierta la euforia
Inspiración que parió estas letras,
rimas que crean sustento.
Y mejor me refugio en sigilo
El tormento de crear y no hacerlo
ha muerto, expirado, agotado
para darle vida a esta poesía.
Meylen Hirasú G. M.
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