El joven, en el transcurso
a su madurez crea, innova.
El joven es y no debe dejar
de ser
Su espontaneidad logra
el cambio que su alma
aún sensible, anhela.
El joven ama intensamente
Odia un momento
y perdona todo segundo.
El joven es de Dios
como el anciano
ya se dirige a Él.
El joven tiene adicciones
y no necesariamente
son hierbas fermentadas.
Sus adicciones son la
necesidad de dejar huella,
de demostrar sus aptitudes,
de cultivar sus pasiones.
El joven sufre y,
entonces se le cree
peligroso
Desea seguir descubriendo
como cuando crío,
y el mundo lo cree enfermo.
El joven es mujer
y es varón en potencia
El inicio de un presente
que pinta el futuro.
El joven es tesoro
que el adulto ha usado
para guardar tanto amor
como frustraciones y dolor.
¡Seamos luz, jóvenes!
No guerra, no revolución de fuego
Usemos nuestro ingenio,
La sensibilidad tan escondida
para hacer del mundo
un arte nuestro.
Meylen Hirasú G. M.
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