La luna ha confesado
el secreto de un amor
que consumamos
entre las caricias de recuerdos.
Las estrellas me revisten
cuando en mi desnudez otorgo
la poesía que se sacia
de tanto amor, de cortesía.
¡Ay! Y el consuelo
de saber que aún escribo,
que aún respiro,
y que el latir de este pecho
podría seguir viviendo por ti.
Meylen Hirasú G. M.
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