sábado, 11 de abril de 2020

Silencioso sábado

El día es mudo,
el sol está opaco 
El aire es frío,
las aves parecen llorar. 

Es sábado Santo 
El Señor descendió 
Benditas las almas 
que del fuego las libera. 

Pero el mundo 
está vacío 
Has muerto por nosotros, 
y muchos creen que es el fin 

Inicio, en realidad,
de una dicha  
que nuestra lama 
a gritos pedía. 

Pero este día, 
el sol no calienta, 
el aire no da vida 
Nos haces falta Tú. 

El silencio es perturbador 
Hay un hueco en la mesa, 
un espacio vacío en el alma 
La luz se ha ido. 

Un destello al fondo 
de la esperanza 
reluce ante los ojos 
Nos recuerda tu promesa. 

Se pensaría que duermes, 
cuando en realidad  
estás en batalla 
para liberar a tantas ánimas. 

Tu ausencia es desconsoladora 
Para María, que desde pequeño 
te tuvo cerca, 
Para tus apóstoles que, 
estar contigo y escucharte 
día a día, era vivir. 

Todo tiene sentido  
si tú estás con nosotros 
Pero hoy, hoy 
falta tu voz, tu risa, 
tu suspiro. 

Señor, ¡tú puedes! 
Libera a tantas almas 
que gritan y piden tu mano. 

Yo, nosotros, tu Iglesia 
en silencio y con 
la paciencia de María, 
esperaremos tu promesa. 

¡Bendito, bendito, eres! 
Hijo de Dios, Dios nuestro 
Redentor de todos... 
No te dilates, te necesitamos.  




Meylen Hirasú G. M.

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