El día es mudo,
el sol está opaco
El aire es frío,
las aves parecen llorar.
Es sábado Santo
El Señor descendió
Benditas las almas
que del fuego las libera.
Pero el mundo
está vacío
Has muerto por nosotros,
y muchos creen que es el fin
Inicio, en realidad,
de una dicha
que nuestra lama
a gritos pedía.
Pero este día,
el sol no calienta,
el aire no da vida
Nos haces falta Tú.
El silencio es perturbador
Hay un hueco en la mesa,
un espacio vacío en el alma
La luz se ha ido.
Un destello al fondo
de la esperanza
reluce ante los ojos
Nos recuerda tu promesa.
Se pensaría que duermes,
cuando en realidad
estás en batalla
para liberar a tantas ánimas.
Tu ausencia es desconsoladora
Para María, que desde pequeño
te tuvo cerca,
Para tus apóstoles que,
estar contigo y escucharte
día a día, era vivir.
Todo tiene sentido
si tú estás con nosotros
Pero hoy, hoy
falta tu voz, tu risa,
tu suspiro.
Señor, ¡tú puedes!
Libera a tantas almas
que gritan y piden tu mano.
Yo, nosotros, tu Iglesia
en silencio y con
la paciencia de María,
esperaremos tu promesa.
¡Bendito, bendito, eres!
Hijo de Dios, Dios nuestro
Redentor de todos...
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