se cayó ante la fuerza de apreciarte
Tú un saludo necesitaste
y yo con alegría te di mi cielo.
No lo hice con intención maligna,
sólo para alegrarte cada mañana
Resultó que me exigiste tal saludo
y ahora no puedo seguir sin él, mi día.
Qué dicha la de palparte a traves de la vereda
Qué emoción la de esccribirte en armonía,
ojalá te llene, te complazca y te llene de vida.
Oh amigo, de nombre Juan, de cabello liso,
déjame continuar en tu vida, en tu ritmo
Déjame ser sustento en tu soledad, alivio en tu silencio.
Meylen Hirasú G. M.
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