Ella lucha con sigilo, esperanza. Tiene la ilusión de no ser vano cada instante. Sus estrategias varían. A veces una sonrisa que saca de su corazón para protegerse del enemigo. Deslumbrante sonrisa al sol. Con ella ciega al enemigo, le corta la cabeza con la que la tienta. Suele funcionar, pero el enemigo la estudia, la razona y, a veces, logra esquivarla. Ella no se rinde. Respira profundo y busca entre sus armas. Encuentra entonces el silencio. Con una lágrima limpia sus heridas, mira hacia al cielo y en silencio ataca a su contrario.
"¿Qué es lo que hace?", se pregunta el enemigo. "¿Por qué calla y desvía su atención? Sigo aquí, ¡debe mirarme!.
Iluso y confundido cae. Ella ha logrado derrotarlo. Pero sabe que vuelve, siempre vuelve astuto, dispuesto a volver a provocarla, a tentarla.
Esta es la princesa que lucha por no dejar de ser fiel, servidora de Dios.
Meylen Hirasú G. M.
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