Navegamos vagamente en un océano forastero
capturando tesoros ajenos al alma y al deseo
Intentamos reducir dolencias agonizantes
y así permanecer a lado de nuestro amante.
Los gritos de la duda cesan valientes
Saben que no hay posada en nuestra guarida
Pero es otro el tormento que nos asecha.
Las aves parecen guiar cierta fortaleza,
pero a veces, delante de ti, me siento vana
Tu corazón protejo siempre a toda costa,
pero tu deliberada mente elige ociosa.
Meylen Hirasú G. M.
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