no tengo porque desconfiar
Mis mansos, contigo, han de sembrar
y construir, de nuestra vida, sus muros.
Evitaremos que entre el miedo
Ya tus versos, a mi alma, hacen vibrar
A tus manos mis proyectos se entregan
y el por qué, sólo lo entiende el cielo.
Animas mis días grises,
alumbras mis noches
y mis sueños en derroche.
Eres el dulce néctar de leche,
la ilusión de mis horas tristes
Colocas en mi lago tus ilusiones.
Meylen Hirasú G. M.
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