Tanto vernos y no mirarnos
Tanto sigilo, tanto tormento.
Tu ausencia me obliga a cantar,
tu silencio me corrompe y
consume a pequeños bocados.
Aturdir en rimas, lo poco,
lo mucho, que esta melosa
y descarada alma, siente.
Tararear el ritmo de tus versos
esperando mañana poder
probar tus besos.
Así es la vida en este manicomio,
uno apacible que consciente
el que yo te ame, mi amigo.
Meylen Hirasú G. M.
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